lunes, 13 de junio de 2011

Armando sentidos con letras


Y así es como un viernes a la noche yo me encuentro al frente de la compu una vez más, con un cenicero lleno y “algo” dando vueltas en el pecho sin saber qué es. La técnica de ponerme a escribir cuando me siento así es bastante útil y empiezo haciendo una lista de cosas que tengo atragantadas o incrustadas en el medio de los ovarios.

Sensibilidad parte I:
Uno de los motivos que están ahí, es el hecho de volver a vivir sola. Hoy concluye la primera semana desde que me encuentro de nuevo conmigo misma, encerrada en mi departamento. Y es así como me doy cuenta de que las mañas de vivir sólo no se te van tan fácil, pero las de vivir acompañado tardan aún mucho más en irse. Disfrutar de poder andar en pelotas, de ir al baño con la puerta abierta y de dormir cuanto se me ocurra a la hora que se me canten los ovarios, son una de las cosas que me va a costar mucho abandonar el día que tenga que volver a vivir con alguien. Pero por otro lado, el hecho de estar constantemente sola… pesa, y comer sola para mí es lo más difícil.
Llega la hora en la que me agarra hambre, y me doy cuenta de que por algún extraño motivo me cuesta mucho cocinar para mí. Puedo cocinar de lo más feliz para un escuadrón de 800 monos, pero siento que no vale la pena ponerme a cocinar, ensuciar y toda la bola para mí.

Sensibilidad parte II (propiamente dicha):
Otra de las cosas que me andan dando vueltas es mi puta sensibilidad y lo que eso genera en los demás. Y con los demás me refiero a ÉL, el único que realmente me preocupa que salga desfavorecido en esta ecuación en la que yo lloro.
Algunos dicen que en la pareja las cosas empiezan a ser más reales cuando ya se sobrepusieron a alguna pelea o cambio de opiniones. Para mí es raro y difícil.
Raro porque hace cinco meses que estamos juntos y es la primera vez que sucede, lo que no logro entender es porqué me quedo tan pegada a las palabras y las formas de decir las cosas, cuando podría elegir tranquilamente el superar todo y dejar la pelea en el pasado.

En mi opinión, y como estudiante de letras, las palabras no son sólo palabras. Tienen mucho valor y en diferentes aspectos: léxico, semántico y el pragmático que es el más heavy de todo esto. Es más que obvio que no me voy a  poner a desarrollar una teoría lingüística ni nada por el estilo, sólo voy a escribir de las palabras en cuanto a sentimientos, sensaciones y lo que ellas a mí me comunican. Más allá del significado que tienen las palabras, llevan una carga muy importante que les agregamos con el tono de voz, con la forma de decirlas y con los gestos que utilizamos a la hora de usarlas. Las palabras son multifacéticas dependiendo de con cuál de sus acepciones las utilices, y ni hablar de qué sentimientos pueden estas desplegar en otra persona con la entonación correcta y en el momento justo.

Sensibilidad parte III:
Hoy tengo una carga hormonal elevada en sangre, fruto de que mi menstruación se haya tomado un mes y medio de vacaciones y la muy puta no quiera volver. Cualquier mujer que sea irregular y tenga amontonados muchos quistes como yo, seguro me va a entender. Pero esto es un verdadero dolor de ovarios. Yo soy la que, en este tiempo, no sólo retiene líquido, sino además retiene lágrimas.
Y una palabra, un gesto, una discusión, un modismo o simplemente la espera de una llamada que no llegó, a esta altura del mes puede desencadenar muchísimas cosas.
Es así, como un te extraño, un te amo, o un simple no seas tan boluda, puede desparramarse una catarata de lágrimas que no van a emerger a la superficie exterior pero van a quedar en la retina y serán denotadas en un tono de voz áspero y amargo.

Sensibilidad parte IV:
Las telecomunicaciones y la mar en coche hacen que nos podamos comunicar y todo lo que uno quiera, pero a la vez generan nuevos tipos de conflictos que pueden partir de un no se escucha a un no había señal.

Y en esta cruzada de vivir sola, tener a mi hombre lejos, vivir con mi carga hormonal y la sensibilización que esta me provoca y contar con estas herramientas tecnológicas de comunicación, me encuentro anonadada, preocupada y tal vez un poco PELOTUDA.
No pretendo un amor civilizado sin peleas y demás, no pretendo una comunicación perfecta en cuanto a lo léxico y lo pragmático, no pretendo no extrañarte. Pretendo superar todo esto que nos pasa, pretendo amarte con locura y por sobre todas las cosas pretendo no lastimarte. Ojala que el significado que quiero transmitir llegue del otro lado del monitor tan vivo como está dentro mío. Ojala que se entienda más allá de las letras usadas, el amor puesto en el escrito. La combinación de hormonas, distancia, parciales, peleas, empresas de celulares y cosas circundantes hace que no me pueda expresar mejor. Pero todo esto que queda acá escrito tiene dos finalidades (o skopos) para mí…

Amemos más allá de los conceptos y usemos las palabras lo mejor que podamos. Desconcentremos de las amarguras cotidianas en el amor y no nos dejemos oprimir por las palabras que utilizamos. La palabra empleada con la dosis de amor justo puede ser una caricia en el alma, pero utilizada sin demasiado razonamiento puede ser una daga que termina esclavizando.

La reflexión que me queda al escribir y que sería lo óptimo para repartir de todas estas palabras es que seamos más conscientes de que todo pasa por la palabra y de que a la vez no podemos hacer pasar nuestro amor diario por algo tan pequeño.

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